Manifestación clínica. ¿Cómo reconocer una fístula?
En la fase aguda, un paciente previamente asintomático debuta con un dolor en la región anal, intenso, progresivo que no responde a calmantes. Con frecuencia aparece fiebre o escalofríos. Suele verse en los márgenes del ano una inflamación, roja, caliente y muy dolorosa a la presión. Puede drenar de forma espontánea, saliendo abundante contenido entre pus y sangre que alivian rápidamente al paciente. Si lo identifica a tiempo y acude a la consulta se lo podemos drenar de forma ambulante bajo anestesia local con inmediata mejoría.
En la fase crónica, el paciente refiere una lesión semejante a un grano común en el margen del ano que periódicamente le molesta y supura.
Pueden pasar días o semanas sin que se manifieste sin que ello suponga la curación de la fístula.
¿Cómo se diagnostica una fístula?
Para fístulas sencillas, no operadas previamente basta con la exploración de un proctólogo experimentado en consulta. Una buena historia clínica, inspección, tacto rectal y una rectoscopia son suficientes. Todas ellas indoloras. Debe evitarse a toda costa la exploración con sondas al paciente en consulta por las molestias que ello origina. Puede incluso ser contraproducente.
Para fístulas complejas o previamente operadas y recidivadas, además de la valoración por el proctólogo, son muy recomendables estas exploraciones complementarias:
- Ecografía endoanal 360º: permite valorar el trayecto en su totalidad y sobre todo valorar si existen lesiones previas yatrogénicas en el complejo esfinteriano. Es decir, si el paciente ya perdió continencia en cirugías anteriores.
- Resonancia Magnética Nuclear con “coil endoanal”: Igual que la ecografía sólo que es difícil encontrar donde la hagan en España.
- Manometría anal: permite cuantificar de forma objetiva la fuerza que son capaces de realizar los esfínteres.