Clínica, ¿cómo sé que tengo una fisura?
La principal característica clínica de la fisura de ano es el dolor y la rectorragia. Sangre roja con la deposición, en el papel, al limpiarse. A veces puede gotear a la taza.
El paciente experimenta un intenso dolor en el momento de la deposición. Nota como una herida, un rasgado. Pero lo que mas caracteriza a esta patología es que la molestia es todavía mayor si cabe después de la deposición.
El dolor puede mantenerse muy intenso durante horas. Por ejemplo, si realiza la deposición por la mañana, puede tener intenso dolor hasta la hora de comer. Una vez que pasa, el paciente se encuentra razonablemente bien hasta la siguiente deposición.
Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿por qué duele tanto una fisura?
La fisura es una herida en el borde del ano. Profundiza hasta el esfínter anal interno. Al quedar expuesto al roce con las heces, éste se contrae. Se agarrota. Como no se relaja en el momento de la deposición, el paciente tiene que realizar importantes esfuerzos para conseguir expulsar las heces. Como el ano no se abre suficientemente, se vuelve a rasgar en el mismo sitio y volvemos al inicio del ciclo. Es decir se produce un círculo vicioso. Además, como el paciente tiene miedo a realizar la deposición, se estriñe más todavía. Es una contractura muscular en el ano.
Muy típico de la clínica de las fisuras es que evolucionan por temporadas. El paciente cuenta que ha pasado unas semanas con un dolor insoportable, después mejora un tiempo (aunque nunca queda perfecto) y un día, después de un brote agudo de estreñimiento recae. Pasa otras semanas con intenso dolor. Son muy recidivantes. Cuando esto ocurre, suele verse en la parte mas externa de la fisura un pliegue de piel o marisco cutáneo que recibe el nombre de «hemorroide centinela«. No es propiamente una hemorroide sino la propia cicatriz crónica de la fisura.
Problemas asociados con las fisuras
Las fisuras a veces son manifestación de enfermedades del tubo digestivo como la Enfermedad de Crohn o la Colitis Ulcerosa. En este caso, suelen acompañarse de dolor abdominal, diarreas con moco y sangre. Cuando es el caso son mas rebeldes todavía si cabe al tratamiento.
También suponen un importante factor de riesgo para posibles infecciones anales: abscesos y fístulas.